Crítica Literaria Académica


Al llegar a cuarto año terminamos de estudiar Crítica Literaria y escribimos nuestras propias críticas. En mi caso elegí a William Shakespeare y lo hice usando el método temático. (Este trabajo se complementa con la Revista Literaria). 


"Shakespeare, dueño de todos los tiempos"


Por Abigail Ruth Estenge

 “No tratéis de guiar al que pretende elegir por sí su propio camino”.
William Shakespeare.


William Shakespeare (1564-1616) ha dejado su huella en la literatura universal, siendo el dramaturgo, poeta y actor inglés más grande de todos los tiempos. 
La riqueza del Bardo de Avon es inagotable. En sus tragedias muestra el mundo y al ser humano a través de sus ojos, y como si estos fueran un espejo, se reflejan en los nuestros para que también podamos experimentar las historias que presenta. Como lectores, nos hallamos cerca de sus palabras, sin notar extrañamiento ante esas obras desconocidas. Eso se debe a que en ellas encontramos la perfecta descripción de los sentimientos del alma humana que el dramaturgo supo expresar de manera excelente, los cuales se adueñan de todos los tiempos: pasados, presentes y futuros.
Muchos se preguntan por qué sus obras siguen dando que hablar. Sin dudas, es porque retrató en sus páginas el alma humana como nadie lo hizo.  El reflejar la realidad a partir de las pasiones, hablándonos de forma directa y profunda de la esencia y vida humana, llegando no sólo a revelar los problemas de su tiempo, sino descubriendo la forma de expresarlos de manera tal que éstos lleguen a nosotros, ha sido y es la virtud de Shakespeare, motivo de su presencia desde la época del teatro isabelino hasta nuestros días.
Shakespeare tuvo la capacidad de recorrer con sus tragedias cada espacio de la sociedad: reinados, familias, amores, amistades, etc., para mostrarnos al ser que lucha con su propio destino, los conflictos que vive, vinculados a su condición humana y los oscuros deseos que esconde.  Si reflexionamos en esto, nos damos cuenta que nos hallamos en un eterno retorno, en el que la historia se repite cíclicamente, cambiando de protagonistas pero no de forma.
Cuando uno termina la lectura de los dramas shakesperianos, al cerrar el libro suspiramos profundamente por aquellas historias que no son ajenas a las nuestras, porque podemos vernos a nosotros mismos en el lugar de los personajes, viviendo esas u otras situaciones de la vida que nos hacen estar entre la espada y la pared, donde hay que elegir si seguir en el anonimato, hacer lo correcto, o dejarse llevar por lo que sentimos en el corazón aunque a veces no sea lo mejor. Nos sentimos identificados con las palabras del dramaturgo porque entendemos que esas historias ya las conocemos, porque son inevitables situaciones que se repiten en nosotros mismos.
En Shakespeare encontramos muy marcadas las pasiones humanas dominando a los protagonistas, él demuestra que el ser humano vuelve a esas historias de amor, celos, odio, traición, ambición, poder, venganza, duda, locura, envidia, manipulación, mentira, confabulación…, y más allá que tiene el poder para elegir, siempre cae en el mismo error. Así mismo, plantea en sus obras la brevedad del paso del tiempo, lo corta que es la vida y cuántas veces el hombre seducido y perseguido por sus deseos la limita, encaminándose a la perdición, acabando en desgracia, tragedia y sufrimiento.
Según el escritor Eduardo Galeano: “El valor de un texto bien podría medirse por lo que desencadena en quien lo lee.” (1989).  Expresar la conmoción que suscitan las obras de William Shakespeare en la propia experiencia, es declarar que como seres humanos siempre sentiremos que el dramaturgo nos habla, que podemos reflexionar con sus creaciones y ver en ellas al hombre y a la mujer en su transitar por esta vida.
En conclusión, Shakespeare sigue teniendo una vigencia inmortal, sus historias trascendieron en el tiempo y la cultura y aunque mucho se pueda decir al respecto, hay algo que no podemos negar: Todo está en Shakespeare. 


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