Y llegó el día ...



… que descubrí otra forma de leer poesías.

Este género no es el que más me gusta leer. Alguno puede preguntarse cómo puede que no me agrade. En realidad, prefiero la prosa, lo lírico me ha sido de utilidad cuando he regalado alguna tarjeta, en algún discurso citando los versos de algún poeta, pero no porque sintiera placer al leerla y debo confesar algo: me aterraba en secundaria estudiar poesía, pensaba que nunca iba a encontrar las metáforas -mi gran terror-, personificaciones, sinestesias, bueno las comparaciones eran mi salvación … perdón pero no puedo no reírme al recordar esos momentos.

La razón de esta entrada es poder expresar lo aprendido sobre este género discursivo en la última unidad de Teoría Literaria III: “La calle de la poesía”. Sólo compartiré algunos apuntes sobre el texto estudiado.

Bibliografía:
PHEIFFER, JOHANNES, “La poesía: hacia la comprensión de lo poético”, trad. Margit Frenk Alatorre.- Octava reimpresión. México: Fondo de Cultura Económica, 2005.

“La calle de la poesía”

Pfeiffer: Crítico estructuralista y fenomenológico.

Objeto de estudio:
LA POESÍA ---> Arte que se manifiesta por la palabra. Intraducible.

Meta:
Darle un trato HONRADO y OBJETIVO ---> Participación sentimental y emotiva.
Pureza del sentimiento: sencillos e ingenuos, preguntarse por todo, llegar a la esencia, alejándose de lo impuesto.

Caminos que conducen: Captación, Valoración, Interpretación.

Conclusión:  Tal es la virtud de la poesía revelar el ser de la existencia como algo que se ha vivido por única vez. Atemperada iluminación del ser.

Poesía que leímos con mi profesora:

En la ciudad de Medellín

En la ciudad de Medellín
en el Parque Obrero
un niño en su bicicleta
se me acercó.
Mirando mi turbante y
mi barba, me preguntó:
- ¿Es usted un mago?
Me reí y quise decirle que no.
Pero dije:
- Sí, yo soy un mago.
Puedo bajar estrellas del cielo
y hacer collares.
Puedo tornar las heridas
en flores.
Puedo transformar los árboles
en instrumentos musicales
y el viento en músicos.
- ¿De verdad? dijo el niño.
Por favor, cambie mi bicicleta
en un caballo.
Dije yo: ¡Oh,... No...!
No puedo hacer eso,
no soy el mago de los niños.
Soy el mago de los adultos.
- Entonces, ¿puede cambiar mi casa
en un palacio?
- ¡Oh, no. En realidad
yo no soy el mago de las cosas.
Soy un mago de las palabras.
- Ya entiendo.
Usted es un poeta,
dijo el niño,
y se fue en su bicicleta
diciéndome adiós con su mano.
Se alejó del parque
y entró
en mi poesía.
Surjit Patar

Tanta riqueza tiene la poesía cuando nos dejamos llevar por ella que poquito a poco mi afirmación cambió. Hoy puedo decir que cada vez que me dispongo a leer poesía  dejo humildemente que ella me lleve por sus calles.