Esas clases que uno recuerda...



Hay clases que por algún motivo uno recuerda. Una de las tantas fue en primer año en la Unidad de contenido III: La literatura en la Grecia arcaica y clásica, cuando leímos “Prometeo encadenado” de Esquilo. La razón por la que quiero compartirla es porque me tocó prepararla.
¿Qué tuve en cuenta para presentar esta obra?

-Autor
-Contexto
-Mito de Promete
-Obra: Análisis
-Relación con otros lenguajes artísticos
-Audiovisuales
-Intertextos: Poemas


Para recordar:

1-Siempre que se presenta una clase es importante preparar apuntes para los compañeros. En mi caso, hice un breve resumen sobre los datos del autor, el mito de Prometeo y características de la obra leída.

2-Acompañar la exposición con recursos audiovisuales permite que la clase sea motivadora.

3-No quedarse sólo con la obra leída sino agotar todas las instancias de búsqueda en las que podamos encontrar diferentes géneros y lenguajes artísticos que hayan tomado el mismo tema y dialogar entre ellos.

Materiales usados en mi clase:

Autor:


Esquilo: (525/4 -456 a.C)
Dramaturgo griego, considerado el creador de la tragedia. Antecesor de Sófocles y Eurípides. Nació  en Eleusis, Ática, de una noble y rica familia de terratenientes, hijo de Euforión. Tuvo dos hijos, Eveón y Eurofión, que como él, fueron poetas trágicos.
Esquilo vivió en un período de grandeza para Atenas, tras las victorias contra los persas en las batallas de Maratón 490 a.C, en las de Salamina 480 a.C y, posiblemente, en la de Platea. Él fue uno de los Maratonianos.
Introdujo un segundo actor en escena, se independizó y redujo el diálogo del coro, realizó innovaciones en la escenografía (los trajes) y la técnica teatral, disminuyó la importancia del coro y concedió el primer papel al diálogo.
La trama de sus obras, “es con frecuencia nada más que un lamento, un clamor y grito del hombre, puros sollozos con los que el poeta sabe hacer cantos inmortales.” El sufrimiento humano es el tema principal, que tiene una finalidad: aprender por medio del sufrimiento.
Las obras de Esquilo: el número que nos hablan las fuentes oscilan entre noventa y setenta y tres. Las que se han conservado son: Orestíada (458 a.C) que comprende: Agamenón- Las coéforas- Las Euménida, Las suplicantes (c.463), Las siete contra Tebas (467), Los persas (472 a.C) y Prometeo encadenado.
Esquilo muere en el año 455 a.C después de una vida de fama y gloria literaria. Curiosa, y trágicamente, falleció al ser golpeado por el  caparazón de una tortuga, que fue soltado por un quebrantahuesos desde el aire.

Mito:


Prometeo era hijo de Jápeto y la oceánide Asia o Clímene. Era hermano de Atlas, Epimeteo y Menecio.
Prometeo fue un gran benefactor de la humanidad. Engañó a Zeus al realizar el sacrificio de un gran buey que dividió en dos partes: en una de ellas puso la piel, la carne y las vísceras, que ocultó en el vientre del buey y en la otra puso los huesos pero los cubrió de apetitosa grasa. Dejó elegir a Zeus la parte que comerían los dioses. Éste eligió la capa de grasa y se llenó de cólera.
Para vengarse, Zeus ordenó a Hefesto que hiciese una mujer de arcilla llamada Pandora, le infundió vida y la envió por medio de Hermes a Epimeteo, el hermano de Prometeo, en cuya casa se encontraba la jarra que contenía todas las desgracias (plagas, dolor, pobreza, crimen, etc.) con las que Zeus quería castigar a la humanidad.
Epimeteo se casó con ella para aplacar la ira de Zeus por haberla rechazado una primera vez a causa de las advertencias de su hermano para que no aceptase ningún regalo de los dioses y quien en castigo sería encadenado. Pandora terminaría abriendo el ánfora, tal y como Zeus había previsto.
Zeus se vengó de Prometeo e hizo que lo llevaran al Cáucaso, donde fue encadenado por Hefesto con la ayuda de Bía y Cratos (Fuerza y Violencia). Zeus envío un águila para que se comiera el hígado de Prometeo. Siendo éste inmortal, su hígado volvía a crecerle cada noche, y el águila volvía a comérselo cada día. Este castigo había de durar para siempre, pero Heracles le liberó disparando una flecha al águila.
Prometeo fue liberado, aunque debía llevar con él un anillo unido a un trozo de la roca a la que fue encadenado. Agradecido, Prometeo reveló a Heracles el modo de obtener las manzanas de las Hespérides.


Datos: Prometeo encadenado es una tragedia de la antigua Grecia, atribuida a Esquilo. Forma parte de la trilogía con el Prometeo liberado y Prometeo portador del fuego, éstas no se han conservado. Puede referirse su redacción a la última estancia del poeta en Sicilia, poco antes de morir.

Género: Tragedia

Tema: Dolor y sufrimiento de Prometeo, los dioses y los hombres, filantropía de Prometeo a los mortales.

Personajes: Prometeo, La fuerza y la violencia, Hefesto, Océano, Coro de Oceánide, Hermes.

Ambiente: Montaña de la Escitia, Cáucaso.


Relación con otros lenguajes artísticos: La pintura


“Prometeo lleva el fuego a la humanidad” Heinrich Friedrich Fuger (1817)



“Prometeo” Jordaens (1640)




“Prometeo y el fuego” Jan Cossiers (Siglo XVII)




“Prometeo” Peter Paul Rubens (1612)




“Prometeo” Moreau (1868)


Audiovisual:





Intertextos: Poemas


“Prometeo”
 Lord Byron


I

¡Titán! Ante cuyos ojos inmortales
los sufrimientos de la humanidad,
vistos en su triste realidad,
no eran como las cosas que los dioses desprecian.
Un callado e intenso sufrimiento;
la roca, el buitre, y la cadena,
todo lo que el soberbio puede sentir de dolor,
la agonía que ver no deja,
la asfixiante sensación del infortunio,
que no habla sino en su soledad,
y luego es celosa, a menos que el cielo
posea un oyente, no suspirará
hasta que su voz eco no tenga.

II

¡Titán! La lucha te otorgaron
entre el sufrimiento y la voluntad,
que torturan cuando no pueden matar;
y el cielo inexorable,
y la sorda tiranía del destino,
el dominante principio del odio,
que para su placer crea
las cosas que pueden aniquilar,
te negaron hasta la dádiva de morir:
el desdichado don de la eternidad
era tuyo y bien lo has soportado.
Todo lo que Júpiter tonante te arrancó
no fue sino la amenaza que le devolvió
los tormentos de su tortura:
el destino muy bien previste,
pero no se lo dijiste para aplacarle;
y en tu silencio estuvo su sentencia,
y en su alma un vano arrepentimiento,
y un temor malvado tan mal disimulado,
que en su mano temblaron los rayos.

III

Tu crimen divino fue ser bondadoso,
el hacer con tus preceptos menor
la suma de las desventuras humanas,
y el fortalecer al hombre con su propia mente;
pero confundidos como tú fuiste desde las alturas,
aún en tu paciente energía,
en la resistencia y en la repulsa,
de tu espíritu impenetrable,
que ni tierra ni cielo pudieron agitar,
una poderosa lección heredamos:
tú eres un símbolo y un signo
para los mortales de su destino y su fuerza;
como tú, el hombre es en parte divino,
una corriente turbulenta de fuente pura;
y el hombre en parte puede prever
su propio destino fúnebre;
su desventura y su resistencia,
y su triste existencia sin aliados:
a la que su espíritu puede oponerse
y equipararse a todos sus desastres,
y a una firme voluntad y a un hondo sentido,
que hasta en la tortura capaz es de divisar
su propia recompensa concentrada,
triunfante cuando se atreve a tal desafío,
y haciendo de la muerte una victoria.


“Prometeo”
Johann Wolfgang von Goethe


Cubre tu cielo, Zeus,
con un velo de nubes,
y juega, tal muchacho
que descabeza cardos,
con encinas y montañas;
pero mi tierra
deja en paz
y mi cabaña,
que tú no has hecho,
y mi hogar,
por cuyo fuego
me envidias.
¡No conozco nada más miserable bajo el sol
que vosotros, dioses!
Pobremente sustentáis con sacrificios
y aliento de oraciones
vuestra majestad,
y moriríais
si pordioseros y niños
no enloqueciesen de esperanza.
¡Y, cuando era niño,
no sabía por qué volvía
al sol la mirada extraviada!
¡Como si en lo alto alguien hubiera
que oyese mi lamento,
o un corazón que, como el mío,
se apiadase del oprimido!
¿Quién me ayudó
contra la furia de los titanes?
¿Quién me salvó de la muerte
y de la esclavitud?
¿Acaso no lo hiciste tú todo,
sagrado y ardiente corazón?
¿Y te consumiste, joven y bueno,
engañado, esperando algo
del que duerme allá arriba?
¿Que te venere? ¿Para qué?
¿Has mitigado el dolor del ofendido?
¿Has enjugado el llanto del sumido en la angustia?
¿Acaso no me hicieron hombre
el tiempo omnipotente
y el eterno destino,
mis señores y los tuyos?
¿Creíste tal vez
que odiar debía la vida
y huir al desierto
porque no todos los sueños maduraron?
Aquí estoy y me afianzo;
formo hombres
según mi idea;
un linaje semejante a mí,
que sufra, llore,
goce y se alegre,
¡y que no te respete,
como yo!



“A mi buitre”
 Miguel Unamuno


Este buitre voraz de ceño torvo,
que me devora las entrañas fiero
y es mi único constante compañero,
labra mis penas con su pico corvo.
El día que le toque el postrer sorbo
apurar de mi negra sangre quiero
que me dejéis con él, solo y señero,
un momento, sin nadie como estorbo.
Pues quiero, triunfo haciendo mi agonía,
mientras él mi último despojo traga,
sorprender en sus ojos la sombría
mirada al ver la suerte que le amaga
sin esta presa que satisfacía
el hambre atroz que nunca se le apaga.


“El buitre de Prometeo”
Miguel Unamuno

A la roca del mundo Prometeo,
-que es de los hombres el mejor amigo-,
con divinas cadenas atado y preso,
se alimenta de penas,
y al buitre acariciando, -su castigo-,
al buitre 'Pensamiento', así le dice:
¿Qué me cuentas? ¿Qué viste allá en las nubes?
¿Tu cuello acariciando el vil Tirano
le temblaba la mano?;
¿era más suave y blanda que esta mía?...
(...)
¡No, no esos desgarrones:
come pausado, la cabeza hundida;
mira que esos tirones
me hacen desfallecer y... no te siento:
dame un lento dolor, sordo, apacible,
dame un dolor... de vida, 'Pensamiento'!
(...)
¡Dále, dále, mi buitre, sin cuidado!
¡No temas que me muera:
manjar tendrás en mí por largos siglos;
común es nuestra vida,
y en tanto me devores
se mantendrá mi vida con dolores!
(...)
Y esto, ¿se acabará? -Todo se acaba:
en la más dura peña, gota a gota
el hilo de agua su sepulcro excava
y desde el pétreo y funerario cáliz
en vapor invisible
va a derretirse el cielo.
Gota a gota mi sangre va mellando
estos férreos lazos
que Hefestos y la Fuerza remacharon;
gota a gota los roe con la herrumbre
y ha de quebrar, al fin, su pesadumbre.
¡Viva es la sangre, muertas las cadenas!;
la guardo como arroyo
de una savia perenne que en las venas
tiene su cauce estrecho.
Y vosotras, innobles ligaduras
que me surcáis el pecho,
sois sólo hierro inerte...
¡y a la larga el que vive es el más fuerte!
¡Con el jugo inmortal de sus entrañas
arrasar puede el hombre las montañas!
Y tú, verdugo, te has de hartar un día:
llegarás a las bascas y al hastío:
tupido hasta el gañote,
a la modorra abatirás tu brío,
y alicaído, lacio,
te acostarás para dormir tu hartazgo;
colchón tendrás en mí sobre esta roca
en que a merced de tus furores yazgo.
Dormirás para siempre
aquí, mi buitre, en mí, sobre tu presa,
y yo, tu pábulo hoy, seré tu huesa.
Y tú, impasible Júpiter celeste,
Razón augusta, Idea soberana,
Buitre del universo que devoras
mundos, soles y estrellas,
Tú, a quien los siglos son como las horas,
harto también un día
la cabeza almenada de centellas
doblegarás de la modorra al peso.
¡Será tu fin, el fin de tu reinado:
sobre ti manda, incontestable, el Hado!
Y... ¿después? ¿Cuando cese EL PENSAMIENTO
de regir a los mundos?
Y... ¿después?
-¡ay, ay, ay!!!, ¡no tan recio!-
¡no tan recio, mi buitre!!
¡mira que así me arrancas la conciencia!;
¡aun dentro de tu oficio, ten clemencia!